Prometí escribirte cuando terminara tu libro, hoy lo
terminé. Pensaba hacerlo en formato mail, porque las cartas tardan demasiado en
llegar y los tiempos de la modernidad me hicieron una persona ansiosa.
Imaginaba que íbamos a mandarnos mails por un tiempo, mostrándonos material
viejo y nuevo. Y que dentro de unos años y todos conociendo tu nombre iban a publicar nuestros mails como material histórico. Siempre desde este anonimato extraño de lectores que tenemos entre nosotros.
Me acuerdo estar caminando por Montes de Oca, con la música
al palo cuando alguien me toca el hombro. ‘Che, ¿vos estás en filosofía con
Oswald no? Estuve faltando a algunas clases, me pasas lo que hicieron?’.
Compartimos unas cursadas y no mucho más. Un día de casualidad leo un
comentario tuyo en mi blog y desde ahí siempre nos leímos. Siempre que publiqué
algo, sabía que estaban tus ojos ahí, leyéndome.
Compré tu libro a penas supe de él y le comenté a todos que
conocía a alguien que con veinte años había escrito un libro. Me acuerdo cuando
me dijiste que querías ser escritor. No tengo palabras para describir la
admiración y el orgullo que siento al ver a un par publicar su obra. Me reí con
tus cuentos y juegos de palabras, lagrimee un poco con tus poemas. Te escribo
acá porque no dudo que me vas a leer. Me dijiste que algunos de tus cuentos
eran cursis. Bueno, la verdad es que me encanta lo cursi. Esa humildad del
corazón te hace uno en un millón. Me dijiste que cada error que notabas cuando lo volvías a leer te daba vergüenza pero no existe error de algo que sale del alma.
Antes de despedirme, te quiero regalar algo. A demás de tus
creativas historias, hay algo que siempre envidie de vos. Siempre envidié que
tengas finales para tus cuentos, yo nunca los consigo. Por eso, desde el fondo
de mi corazón te voy a regalar un final. Te quiero regalar el final que te
mereces.
En mi final, estás en una plaza. No hace frío, al contrario,
la temperatura es absolutamente perfecta. Estás sentado y al lado tuyo tenés una
pila de libros. Uno es mío, es sobre filosofía porque no me voy a animar a
escribir sobre otra cosa y los otros tres son tuyos. Justo esa semana me habías
mandado un mail, diciéndome que estabas empezando a armar un guion. Estás a
punto de presentar el último, pero vas a leer un poco de los anteriores para
motivar al público y los estas repasando. En una de esas, viene una chica. Esa
chica es María, Luján, Gaga, Josefina, María, Claudia, Milagros, Camila,
Andrea, Carla, Tamara, Fernanda, Silvia, Marina, Clara, Carola, la doctora
Rancontti, Sofía. Esa mujer son todas ellas. Ella te mira, te abraza, sonríe y
te pregunta ‘¿Vamos?’.
En mi biblioteca descansa tu libro, bien acompañado, al lado
de premios nobeles, diccionarios, teoría literaria, filósofos famosos. La
diferencia es que en tu libro descansa una rosa roja, como leí por ahí que son
las que te gustan. Gracias. Y si el tiempo no es lineal sino que es como los
cables de unos auriculares, ya nos vamos a encontrar.
Te debo un café,
Con sincero cariño, de una piba a un chabón.
De una simple lectora, a un increíble escritor.
Sofía.
http://bicicletaypapel.blogspot.com.ar/ - Gerardo Muñoz del Campo