jueves, 30 de enero de 2014

- ¿Hacemos la fija?
- Dale.

No vive lejos de casa, tampoco vive cerca. El tramo de un punto al otro es hermoso. Me encantan las luces de Libertador, aunque ya no me acuerdo bien del sol en la avenida porque parecería que fue hace años que no lo transito. Llego y espero entre las hojas de una enredadera que llena de oscuridad la puerta. Me abre y no me besa. Ya es rutina. El perro intenta ladrar pero prácticamente me escabullo hasta su habitación para pasar desapercibida. Soy un extraño, un invitado temporal, escasamente temporal. La habitación está alejada, como si fuese una torre, lejos del resto, incluso del tiempo. Siempre es igual, los mismos pasos, las mismas caricias. Las preguntas incómodas, básicas, el clima y el tiempo estudiantil. Dos horas después se termina, como si no aguantásemos más que eso. Y esta vez soy yo la que me quedo en silencio, esperando un más o un menos.

- ¿Te llevo?
- Dale.

lunes, 27 de enero de 2014

Si el día resucita luego de la noche, yo me pregunto por qué le tenemos miedo a la muerte. Si todo se transforma, si el verano vuelve luego del invierno. Tenemos miedo a que se calle la voz interior. No tengo miedo. Me encanta el silencio.

viernes, 24 de enero de 2014

lo común de la ficción

'El problema no es elegir, sino que cargamos con las decisiones que elegimos' - tipeó. Es un buen comienzo. Bueno, en realidad no. Un poco trillado tal vez. Bastante básico y el verbo elegir en primera del plural lo vuelve un lugar común. Borra. Escribe otra vez y otra vez posibles comienzos. Y luego, se rinde. Se deja vencer por la autoridad de las letras. Apoya su espalda en el respaldo de la silla y, como si fuera parte de la actuación, suspira.

¿Cómo no caer en lugares comunes? Se preguntó mirándose las uñas, desprolijas y adoloridas de tanta saliva de ansiedad. Si no vamos siempre al mismo lugar nos sentimos extranjeros, bárbaros. Se levantó de la silla y comenzó a caminar. Vivía en pleno Corrientes. Los carteles y la pizza gruesa ya no la sorprendían. Se cansó de las luces y los disfrazados en las esquinas. Pero, el San Martín estaba abierto y 'Final de Partida' estaba en cartelera. Se regocijó por dentro, pensando que tal vez esta era una obra que sí podía llegar a descubrir. Con el viejo habían visto y leído 'Esperando a Godot'. La vieron en español. La vieron en francés. Nunca la entendieron. Entendieron sí, el concepto, a grandes rasgos, el fin. Sin embargo, faltaban los espacios, los puntos, las comas.

Entró al teatro. Se sentó entre la gente acompañada. El ruido y el calor eran insoportables. El público ya no estaba para el teatro, el cine los había malcriado. Comenzó la obra, los celulares y las voces seguían encendidas. La invadió una sensación de molestia y furia. De un momento a otro, el actor en escena sale de su papel y pide silencio. El aire mágico del teatro había sido interrumpido por la voz real del actor. La mujer, abruptamente, había salido del plano de la ficción.

La obra terminó. Todos aplaudían con furia, chiflaban, ovacionaban. Ella se limitó a aplaudir. Antes de que todos se fueran, ella ya se había ido.