miércoles, 30 de julio de 2014

Suena el timbre. Preguntás de forma apagada: '¿quién es?'. Contestan del otro lado: 'Hola, soy el amor burgués'.

Tan triste que es feliz. Tan conocido que nunca nadie lo conoció. Que buena retórica tiene este hombre, que me enseña cómo vivir, cómo amar. ¿Cuantas horas de trabajo cuesta este abrazo? Trecientos mensajes, 100 horas de seguimiento por redes sociales. Muchas gracias por su compra, acá tiene el vuelto. No, está bien, guardate el cambio pibe.

Y ahi vamos, caminando de la mano, siendo observados. Actue, actue. Listo, ya está. Se terminó, me voy con otro amor. Que feo, ¿cómo es posible?


jueves, 10 de julio de 2014

historias viejas y viejas historias

Fui la más chica de un grupo de cinco niños, dentro de los cuales estaba mi hermano y mis tres primos. Un día le pregunté a mamá cuándo iba a llegar el día en el cual pudiese ver películas en inglés y leer los 'cartelitos amarillos'. Con frecuencia me preguntaba a dónde iban todas las conversaciones que teníamos, e imaginé que existía un mundo paralelo, oscuro. Ahí estaban nuestras palabras, reunidas como guiones: 'cartelitos amarillos'. Un día leí a Cortazar y lloré, no por la belleza, sino por la humillación: desde ese día no puedo soportar tres líneas de Rayuela. Un día él me dijo que le gustaba pero no quería estar conmigo. Otro día canté frente a cien personas y me sentí bien. El otro día me probé un vestido y no me quedó. Caminé por las calles de Sevilla y me autoprometí volver. Él me dijo que le gustaba que no me guste Rayuela. Un día imaginé que lo quería y al segundo no lo quería más. Un día amé de forma infantil y lo seguí haciendo siempre. Un día me voy a parar en frente del pizarrón y voy a explicar Saussure sin confundirme. Un día dejo de ser día.