sábado, 18 de julio de 2015

Siempre que contamos un problema empezamos por el principio. El origen, la causa primera de una cadena de errores que desembocan en el caos. Dios es una de las primeras explicaciones para ese origen confuso, oscuro. Hasta que un día, cansados de buscar el origen de las cosas eternas, solo nos limitamos a los orígenes cercanos, esos que son tangibles y podemos probar (más o menos). 
El segundo problema, consecuencia de la búsqueda del origen, es que, cuando encontramos el punto con el cual empieza la línea, no sabemos que mierda hacer con eso. Resolverlo es imposible, podemos alinear algunas cosas aunque es un poco inútil también porque no modifica el origen. Entonces, ¿qué hacemos? Llegamos al origen, ¿Y? ¿Será ese el problema existencial de turno? Probablemente, pero cuando reaccionaste, ya tenes otro problema y un nuevo origen.