jueves, 10 de julio de 2014

historias viejas y viejas historias

Fui la más chica de un grupo de cinco niños, dentro de los cuales estaba mi hermano y mis tres primos. Un día le pregunté a mamá cuándo iba a llegar el día en el cual pudiese ver películas en inglés y leer los 'cartelitos amarillos'. Con frecuencia me preguntaba a dónde iban todas las conversaciones que teníamos, e imaginé que existía un mundo paralelo, oscuro. Ahí estaban nuestras palabras, reunidas como guiones: 'cartelitos amarillos'. Un día leí a Cortazar y lloré, no por la belleza, sino por la humillación: desde ese día no puedo soportar tres líneas de Rayuela. Un día él me dijo que le gustaba pero no quería estar conmigo. Otro día canté frente a cien personas y me sentí bien. El otro día me probé un vestido y no me quedó. Caminé por las calles de Sevilla y me autoprometí volver. Él me dijo que le gustaba que no me guste Rayuela. Un día imaginé que lo quería y al segundo no lo quería más. Un día amé de forma infantil y lo seguí haciendo siempre. Un día me voy a parar en frente del pizarrón y voy a explicar Saussure sin confundirme. Un día dejo de ser día.

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