domingo, 9 de marzo de 2014

Repetimos cada domingo lo injusto de la vida. Preguntamos al ser superior por qué a nosotros, qué hicimos para merecerlo. Bajamos la guardia para dejar entrar a un ejército de avispas. Una y otra vez escucho que 'esto no debería ocurrir' y 'aquello no debería pasar'. Mientras nos detenemos a pensar, quién sabe cuántas miles de cosas están zumbando detrás nuestro. Bicéfalos, hombres de dos caras, la comedia y el drama, eso somos. No sabemos hasta qué punto lo que denunciamos es realmente injusto o verdaderamente justo. Tal vez ni existan tales conceptos y nos despertamos todos los días, como dijo un autor, gracias al poder de la voluntad. Tal vez nos despertamos gracias a ese ínfimo rastro de fe que poseemos aunque neguemos la religiosidad. Tal vez la muerte no es más que la pérdida de fe, así explicaríamos las muertes jóvenes. Inventamos conceptos, los llenamos de contenido: lástima, nostalgia, feliz, amor, no sé. Tal vez sea todo lo mismo. Suena el despertador: lunes otra vez.

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