miércoles, 7 de enero de 2015

intento número mil

Siempre le tuve miedo,
a quienes dicen se buenos.
Y se aferran a mi
con sus garras de acero.

No quiero ser diosa griega,
para posar inmortal en tu estante.
Solo quiero ser nada,
no ser nadie.

Admiro a quienes
saben hacia donde van.
Yo siempre fui infiel
a mi brújula social.

No soporto tu silencio.
Como tampoco soporto
el sonido de la rima.
Me hipnotiza.

Peor la ignorancia que la fealdad.
La culpa la tiene el nuevo sacerdote,
la enciclopedia virtual.


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