jueves, 30 de enero de 2014

- ¿Hacemos la fija?
- Dale.

No vive lejos de casa, tampoco vive cerca. El tramo de un punto al otro es hermoso. Me encantan las luces de Libertador, aunque ya no me acuerdo bien del sol en la avenida porque parecería que fue hace años que no lo transito. Llego y espero entre las hojas de una enredadera que llena de oscuridad la puerta. Me abre y no me besa. Ya es rutina. El perro intenta ladrar pero prácticamente me escabullo hasta su habitación para pasar desapercibida. Soy un extraño, un invitado temporal, escasamente temporal. La habitación está alejada, como si fuese una torre, lejos del resto, incluso del tiempo. Siempre es igual, los mismos pasos, las mismas caricias. Las preguntas incómodas, básicas, el clima y el tiempo estudiantil. Dos horas después se termina, como si no aguantásemos más que eso. Y esta vez soy yo la que me quedo en silencio, esperando un más o un menos.

- ¿Te llevo?
- Dale.

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